domingo, junio 17, 2007
Perdí la eternidad de los 15 años,
la inmortalidad juvenil,
el Carpe Diem [a fornicar que el mundo se va a acabar]
adquiere otro significado.
Los sueños son historias de niño.
Rezo y voy a misa.
O eso me gustaría, necesito redimir mis pecados.
Corbata, vestón, pantalones planchados
y zapatos en donde se refleja el balón de plástico
aun en la zuela.
el ajedréz con Satán comienza a avanzar
y los peones son cada vez mas escasos.
Ya no cuento estrellas, ni miro la luna.
El único imposible es un ascenso laboral.
Los demás imposibles no cuentan.
Esos son cuentos bonitos para otros quinceañeros.
Hice mi deber y perdí.
Ahora fumo y trabajo.
No importa ir a misa. Dios perdona igual...
Las utopías no, y se pagan caro.
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