viernes, julio 11, 2008

Adios II


Observo el devenir desde mi vacío.

Marchito el aliento, fusilado mi último suspiro.

El espejo de mi humo se me presenta infame.

Mi color corrupto, arco iris de lágrimas:

Una bala que no se dispara y que tiene mi nombre en el gatillo.

¿Disparas tu o disparo yo?

De todas formas ha de cruzar mi sien y mi pecho a la vez.

Reconozco mi niñez en el funeral de tus sábanas.

Funeral que no canta, no grita, no llora

¿Dónde está la niebla?

Esto no es perfecto, no es como lo soñé.

Mi soledad ahora es bastarda, se ahoga en mi y conmigo.

Se retuerce, se envenena, y me tortura.

¿Y el mar? ¿La arena?

El ocaso me dejó, la aurora, me dejó.

Llueve, como siempre.

Nadie se moja, nadie siente frío.

Y yo ahí, de rodillas ante la flor que ardió en mi nacimiento,

la flor que quemé en mis inicios.

La flor que hoy es cenizas bajo mis pies.

Mis ojos de cenicero en el amanecer de tu voz.

Bebo de mi, fumo de mi,

y sin embargo, hoy,

Padre, no reclamo tus cadenas ni tus llamas

ni tu concubinas, ni su fulgor.

Hoy solo te reclamo sueño,

sin mas amaneceres que el de otro sueño decapitado.

Hasta luego al incienso de tu piel,

que hoy no hay mas que el murmullo silencioso de un adiós.

Otro mas.

Idéntico al anterior.

Al siguiente.

Idéntico a ti.

viernes, marzo 28, 2008

Juan



Uiuiuiuiuiu.
Así suena Nataniel con la Alameda, a eso de las 10 de la mañana.
Ellos corren del maremoto verde.
En la mano de Juan, hay una piedra que baila,
Y que no sabe de reggeton, ni de Marlén.
En sus ojos se respira pobreza,
Y cien vicios escondiendo el dolor de una economía
Que no reparó ni en sus abuelos
Ni en sus futuros nietos.
La piedra ahora baila en el aire.
Su tío, años antes, lanzó una también,
Ahí mismo, a la misma hora.
La tía se pasea con su foto en blanco y negro.
Juan También tendrá una foto en blanco y negro,
Pero él la tendrá mañana,
en el diario,
y como delincuente.

viernes, diciembre 14, 2007

...de Balas y Cruces.


Hay una bala que no se dispara como quien grita,
pero que tiene mi sien acribillada.
Y si el auxilio corrió desde mi silencio hasta tu recogimiento
fue porque tus labios fueron certeros, otra vez.
¡Ja!
Ayer ahogué mi saliva en vasos quebrados
y hoy los colores bailan para mi
¡valla funeral!.
Ven a ver tu obra,
que tu pincel de seguro ya no dispara entre ceja y ombligo al sudor del insomnio.
No hay vino que entienda estos pelos en mis uñas
ni tabaco que socorra el silencio de esta mente.
¿Dónde quedó el rugido agreste de tu infinidad?
Vuelvo, como Carlos, con la frente marchita,
pero con los sueños acorazados.
Asesíname como cada mañana,
que hoy tengo el placer de presentarte a mi sangre on the rocks.
¿Té, Café, Vino?
¡A la mierda tus ofrecimientos!
Huye, corre, escapa, escóndete.
YO TE CREE, y te deshago cuando la ebriedad me lo permita,
y si mil gargantas tienen que bailar enajenadas
hasta retumbar mi(tu)(su)(sus) mentes mientras escucho el rugir del motel,
lo harán Vio(va)l(i)enta(e)s ante ti.
Hoy tus balas no pesan más que estas letras.
Te comí, te cagué, y te comí otra vez, y luego te vomité,
y ahora mírate ahí: vinagre,
manchando la alfombra donde mañana volverás a acribillarme.
Hoy me permito desterrarte, mañana compraré maquillaje:
la sonrisa no puede estar bajo las cicatrices de tus balas.
Pero ya verás cuando alce el fúsil contra ti,
y lo cargue con los sue(speranza)ño(s) de mil y quizá mas.
¿Humillada?
Como mínimo, ya que tu cruz, de cualquier manera,
y de lunes a viernes,
me toca cargarla a mi.